POR QUÉ ELIGES ENFERMAR
A primera vista, la idea de que podamos elegir estar enfermos parece demente. En Un Curso de Milagros se establece que el ego valora el dolor. El dolor hace real al cuerpo y por consiguiente al ego.


El enfermedad es aislamiento. Pues parece mantener
 a un ser separado del resto, para que sufra lo que 
otros no sienten. Le otorga al cuerpo poder absoluto 
para hacer que la separación sea real y mantener a la 
mente en solitario confinamiento, dividida en pedazos
y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza
que no puede trascender.
                                                                                                      (W-pl.137.2)
La lección  136 del Curso de Milagros se titula "La enfermedad es una defensa contra la verdad". Describe cómo el ego busca protegerse aconsejándonos enfermarnos si la verdad se nos acerca demasiado. Por ejemplo: tal vez hubo un momento en tu vida en que sentiste que tenías que terminar una relación. Tal vez   pensaste que habías aprendido la lección que conllevaba y estabas en p az para terminar y que sería lo mejor para ti, así como para tu pareja. Sin  embargo, puede ser que tu pareja no estuviera para nada de acuerdo,  y tuviera gran temor de perderte. La oportunidad para crecer que  se ofrecía podía ser vista como una amenaza y tu compañero podía elegir enfermarse como  "una defensa contra la verdad ".El foco  cambia bruscamente del efecto ( el cuerpo ) y se aleja de la causa ( la mente ). El problema ahora se ve en cualquier otro lado y la " amenaza " de crecimiento espiritual se ha alejado. El ego de tu  pareja podría también decir que la enfermedad es causada por algo o alguien del mundo. En este ejemplo, obviamente, ¿ Tú serás la primera elección !.
Nuestro idioma está lleno de afirmaciones que indican que no tenemos la culpa de crear nuestros  dolores, sino que los culpables son otros. Le decimos a Dios que son ellos los  que merecen ser castigados, no nosotros. Por ejemplo: "Me enfermas ! ", " Me sacas de quicio ! ", son frases comunes para culpar a otros. El siguiente pasaje del Curso de Milagros señala enfáticamente la necesidad del ego de parecer una víctima inocente de causas ajenas a nuestra mente.

Tu sufrimiento y tus enfermedades no reflejan otra
cosa que la culpabilidad de tu hermano, y son los testigos
que le presentas para que no se olvide del daño
que te ocasionó, del que juras jamás escapará. Aceptas 
esta lamentable y enfermiza imagen  siempre que
sirva para castigarlo. Los enfermos no sienten compasión 
por nadie e intentan matar por contagio. La
muerte les parece un precio razonable si con ello  pueden
decir: "Mírame hermano, por tu culpa  muero ".
Pues la enfermedad da testimonio de la culpabilidad de su 
hermano, y la muerte probaría que sus errores 
fueron realmente pecados. La enfermedad no es sino 
una  "leve" forma de muerte; una forma de venganza
que todavía no es total.
                                                                                                          (T-27.I.4:3-8)

El contenido de este párrafo también está relacionado con una sección en el  "Texto" titulada "El concepto del yo frente al verdadero Ser" (T-31.V) que describe las dos caras que cultivamos ante el mundo. Creamos esas caras a medida que crecemos y ellas no guardan semejanza con nuestra naturaleza Crística. La primera es una cara con la se actúa, la cara de inocencia, la que se perturba con facilidad por lo que ve como injusticia,  dolor y enfermedad en el mundo.
Nos identificamos muchísimo con este concepto de nosotros mismos porque esconde la culpa  que se encuentra muy profunda en nuestro interior. Esta cara " . . . cree ser buena dentro de un mundo perverso " ( T-31.V.2:9). Aunque no cree que es correcto atacar a otro, si la situación lo requiere, la cara de inocencia atacará en defensa propia. Esta cara no se da cuenta de que las situaciones no pueden provocar el ataque sino sólo descubrir el odio que ya se encuentra en nuestra mente.
Bajo esta cara de víctima inocente está escondida la cara del victimario. Tenemos mucho cuidado de no mirar esta segunda cara que está escondida muy adentro en nuestro interior. Ella proclama " . . . Yo  soy lo que tú has hecho de mí, y al contemplarme, quedas condenado por causa de lo que soy" (T-31.V.5:3). Ésta es la cara que necesita encontrar gente y situaciones en las que pueda proyectar su culpa y así  mantener su inocencia. Para el ego cualquiera es adecuado para proyectarle la culpa. 
Mientras busquemos nuestra culpa en el mundo, nunca nos cuestionaremos la demencia del sistema de pensamiento del ego. Es por esto que la enfermedad le es tan útil. Aún del ego. Es por esto que la enfermedad le es tan útil. Aún cuando no somos consciente de ello, cuando nos enfermamos, la segunda cara siempre está señalando a alguien y acusándolo de causar la enfermedad. Esta cara desea ver desastres, agresión y accidente en el mundo, porque así estará justificada al sentirse una víctima inocente. Una amiga me contó una historia que ilustra esto gráficamente:
Sally había viajado mucho durante muchos años. Cada vez que volaba y había turbulencias se sentía aterrorizada, aun cuando éstas fueran insignificantes. Para terminar con el problema se había tratado de muchas formas distintas a lo largo de los años, pero se sentía desesperada porque su temor era cada vez mayor. Cuando Sally estaba estudiando el Curso, en un vuelo en el que se vio enfrentada con el problema, se volvió a lo profundo de su interior y le pidió a Jesús que la ayudase a comprender porqué tenía tanto miedo. La respuesta llegó instantáneamente y fue muy clara.  "Deseas que este avión se estrelle, porque la parte de víctima que existe en ti es muy poderosa". Sally me dijo que en cuanto oyó esta contestación supo que era verdad. Todavía experimenta temor cuando vuela, pero ahora es consciente de que aún no está preparada para liberarse de él y entiende que usa este miedo para mantener alejado el amor de Jesús.
Este deseo de ser víctimas sólo aumenta más nuestra culpa y refuerza la fe en el ego. El Curso nos dice que elegiríamos morir de una enfermedad con la esperanza de lograr que otro se sienta culpable. El ego no escatima esfuerzos para  aparecer inocente a expensas de algún otro. La respuesta del Espíritu Santo a esta locura es preguntar: " ¿ Prefieres tener razón a ser feliz ? " (T-29.VII.1:9). Tener razón es hacer que el pensamiento de separación del ego sea real y sufrir las consecuencias de sentirse solo y asustado. Estar equivocado es cuestionar nuestra creencia de ser una víctima inocente y empezar a ver, con la ayuda del Espíritu Santo, las ilusiones de nuestra mente.
Aunque tratemos enérgicamente de vernos libres de nuestro sentimiento de culpa  proyectándola en otros, en lo profundo de nuestro interior no creemos realmente que vayamos a tener éxito; finalmente Dios nos encontrará y nos dará nuestro merecido y un castigo justificado por nuestro pecados. 
Una vez más, el ego nos dice que enfermarnos es ventajoso, porque podemos usar la enfermedad para protegernos de la furia de Dios, pues el Curso dice: "El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios " (T-5.V.5:6) Le estamos diciendo a Dios que sabemos que somos pecadores y  que nos castigaremos aceptando sólo un poco de felicidad en  nuestras vidas y estando enfermos. De esta manera esperamos que Dios esté satisfecho con la penitencia y no nos castigue, porque Su castigo nos destrozaría.
Desde la perspectiva del Espíritu Santo, todo esto no es más que los engañosos pensamientos de personas con pesadillas. No se han cometido pecados porque en realidad no p asó nada en nuestros sueños tontos de separación. Aunque todo sea dolorosamente real para nosotros, el Espíritu Santo tiene otra perspectiva para ofrecernos, que vamos a estudiar en los capítulos siguientes.
Cualquier deseo de crecimiento espiritual ha de ser atacado por nuestro ego, porque él no sabe contestar de otra manera.Busca salvarse advirtiéndonos que seguir ese camino es peligroso y que finalmente nos llevará a nuestra destrucción. Deseamos volver al hogar, a Dios, pero el ego nos dice que es imposible, que destruimos nuestro hogar, dejando atrás a Dios muy enojado. La parábola de  Jesús  del hijo pródigo ilustra bien esto y es la historia de todos nosotros. Estamos cansados de vivir en el chiquero pero tememos volver a casa. Cuando cobramos coraje y volvemos al hogar, encontramos que nos espera un banquete y un Padre amoroso.
En la siguiente historia se demuestra el miedo y la resistencia que experimentamos cuando recorremos el camino espiritual, y la ayuda que está siempre allí esperándonos.
Se trataba de la primera visita de David a la Fundación Findhorn, y se había anotado en el pro grama de la Semana de Experiencia. Este programa presenta la Fundación a los visitantes recién llegados, e incluye una tarde de juegos y ejercicios. En uno de los ejercicios, el grupo se divide en parejas que se turnan para desplegar lentamente al compañero que le ha tocado, que yace acurrucado en el piso. Permitir que alguien te despliegue con suavidad y ternura de una postura protectora y defensiva, puede ser una experiencia muy movilizadora. En el caso de David, sintió una sensación en la zona pélvica, como  si una energía que estaba encerrada hacía mucho tiempo se estuviera liberando. Cuando esta fuerza llegó a su estómago decidió interrumpir el proceso, y la energía quedó encerrada allí.
Dos semanas después David fue a hablar conmigo. Me dijo que se había sentido tieso a partir de ese ejercicio. Era como si estuviera constipado y sabía que en ese momento algo se había bloqueado en él. Le hacía recordar un profundo sentimiento que tenía cuando se sentía bloqueado e inhibido en general en su vida. David tenía alrededor de 18 años y una naturaleza sensible y cariñosa. Mientras hablaba sentí como que alguna parte de él le estaba impidiendo vivir plenamente. Era ambivalente en lo que se refería a estar aquí en el planeta y vivir con un propósito determinado. Nos reunimos en una sesión de sanación y, al trabajar con la relajación, espontáneamente volvió a la posición fetal que había adoptado en el ejercicio dos semanas antes. Me contó que había regresado a su nacimiento. Cuando volvió a experimentar el momento del nacimiento, reconoció una intensa resistencia a venir al mundo. En aquel momento él había decidido que se resistiría a este mundo y a lo que éste representaba.
David se dio cuanta de que  había caído en la trampa de  "hacer el error real " y de que estaba escuchando la voz del ego. Había querido abandonar el propósito de su nueva vida y las lecciones que había elegido aprender como un desafío a lo que él percibía como un mundo duro y cruel. Temía abrirse a esta experiencia y decidió probar y proteger su naturaleza sensible cerrándose psicológicamente. Entendí lo que él sentía sin dificultad, porque concordaba con casi todo lo que decía.
El folleto de Psychotherapy: Pursose and Practice ( Psicoterapia: Propósito y Práctica ) señala que el terapeuta atrae a los pacientes que van a curarlo, porque ambos trabajarán  con los mismos  problemas aunque se presenten en formas diferentes.
Luego David dijo que se le había aparecido una presencia que le había aconsejado que cambiara de idea e hiciera lo que había venido a hacer. Se le dijo que como se había bloqueado en su nacimiento, también había repetido la experiencia dos semanas atrás  con el ejercicio que hiciéramos. Ahora David estaba preparado para liberarse y confiar en la voluntad de Dios para él. Cuando aflojó su control rígido, inmediantamente comenzó a sentir que la energía bloqueada subía y recorría su cuerpo. Comenzó a percibir su cuerpo mucho más flojo, especialmente sus piernas. Al llegar a este punto comenzó a llorar. Después de la sesión nos fuimos juntos a dar un paseo. Ambos éramos conscientes del cambio que se había operado en él. Se sentía más vivaz, con más vigor y confiado.

La base fundamental de la curación es la aceptación 
del hecho de que la enfermedad es una decisión
que la mente ha tomado a fin de lograr un propósito
para el cual se vale del cuerpo. Y esto es cierto con 
respecto a cualquier clase de curación.
El paciente que acepta esto se recupera. Si se decido en contra de
la recuperación, no sanará.  ¿Quién es el médico 
entonces? La mente del propio paciente. 
El resultado acabará siendo el que él decida. Agentes especiales
parecen atenderle, sin embargo, no hacen otra cosa
que dar forma tangible a sus deseos. Y eso es lo único
que hacen.. En realidad, no son necesarios en
absoluto. El paciente podría sencillamente levantarse sin su
ayuda y decir: " No tengo ninguna necesidad de esto ".
No hay ninguna forma de enfermedad que no se cure de inmediato.

                                                                                                                     (M-5.II.2)
Michael Dawson
EL MILAGRO DE LA AUTOCURACIÓN
Inspirado en Un Curso de Milagros



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