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¿ No crees que el mundo tiene tanta necesidad de paz como tú ? ¿ No te gustaría dársela  en la misma medida en que tú deseas recibirla ? Pues a menos que  la des, no la recibirás. Si quieres recibirla de mí, tienes que darla. La curación no procede de  nadie más. Tienes que aceptar dirección interna.  La dirección que recibas no puede sino ser lo que quieres, pues, de lo contrario, no tendría sentido para ti. Por eso es por lo que la curación es una empresa de colaboración. Yo puedo decirte lo que tienes que hacer, pero tú tienes que colaborar teniendo  fe en que yo sé lo que debes hacer. Sólo entonces decidirá tu mente seguirme. Sin esta decisión no podrías curar porque ello supondría que habrías decidido en contra de la curación, y este rechazo de lo que yo he decidido para  ti impediría la curación.
La curación es un reflejo de nuestra voluntad conjunta. Esto resulta obvio cuando se examina el propósito de la curación. La curación es la manera de superar la separación. La separación se supera mediante la unión. No se puede superar separando. La decisión de unirse tiene que ser inequívoca, o, de lo contrario, la mente misma estaría dividida e incompleta. Tu mente es el medio por el cual determinas tu propia  condición, ya que la mente es el mecanismo de decisión. Es el poder mediante el que te separas o te unes, y, consecuentemente, experimentas dolor o alegría. Mi decisión  no puede imperar sobre la tuya porque la tuya es tan poderosa como la mía. De no ser así, los Hijos de Dios no gozarían de perfecta igualdad. No hay nada que nuestra voluntad conjunta no pueda lograr, pero la mía sola no puede ayudarte. Tu voluntad es tan libre como la mía, y ni siquiera Dios Mismo se opondría a ella. Yo no  puedo disponer lo que Dios no dispone. Puedo ofrecerte mi fuerza para hacer que la tuya sea invencible, pero no puedo oponerme a tu decisión sin rivalizar con ella y, consecuentemente, sin violar lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti.
Nada que Dios creó puede oponerse a tu decisión, de la misma manera  en que nada que Dios creó puede oponerse a Su Voluntad.  Dios le dio a tu voluntad el poder que ella posee, y yo no puedo sino respetarlo en honor de Su poder. Si quieres ser como yo, te ayudaré, pues sé que somos iguales.  Si quieres ser diferente, aguardaré hasta que cambies de parecer. Yo puedo enseñarte, pero tú tienes que elegir seguir mis enseñanzas. ¿ Cómo podría ser de otra manera, si el Reino de Dios es libertad ? Nadie puede aprender lo que es la libertad si está sometido a cualquier clase de tiranía, y la perfecta igualdad de todos los Hijos de Dios  no se podría reconocer si una mente ejerciese dominio sobre otra. Los Hijos de Dios gozan de perfecta   igualdad en lo que respecta a su voluntad, por ser todos ellos la Voluntad del Padre. Ésta es la única lección que vine a enseñar.
Si tu voluntad no fuese la mía tampoco podría ser la de nuestro Padre. Esto significaría que habrías aprisionado la tuya, y que no  le  has permitido ser libre. Solo no  puedes hacer nada porque solo no eres nada.  Yo no soy nada sin el Padre y tú no eres nada sin mí porque la negar al Padre te niegas a ti mismo. Siempre me acordaré de ti, y en el hecho de que me acuerde de ti radica el que tú te acuerdes de ti mismo. En nuestro mutuo recuerdo radica nuestro recuerdo de Dios. Y es ese recuerdo radica tu libertad porque tu libertad está en Él. Únete, pues, a mí en alabanza de Él y de ti que fuiste creado por Él. Éste es nuestro regalo de gratitud hacia Él, que Él a Su vez compartirá con todas Sus creaciones, a las que da por igual todo lo que es aceptable para Él. Por ser aceptable para   Él, es el regalo de la libertad, que es lo que Su Voluntad dispone para todos Sus Hijos. Al ofrecer libertad te liberarás
La libertad es el único regalo que les puedes ofrecer a los Hijos de Dios, ya que es el reconocimiento de lo que ellos son y de lo que Él es. La libertad es creación porque es amor. No amas a quien tratas de aprisionar. Por lo tanto, cuando tratas de aprisionar a alguien, incluyéndote a ti  mismo, no le amas y no te puedes  identificar con él. Cuando te aprisionas a ti mismo pierdes de vista tu verdadera identificación conmigo y con el Padre. Tu identificación es con el Padre y con el Hijo. Es imposible que te identifiques con uno y no con el otro. Si eres parte de uno, eres parte del otro, ya que ambos son uno. 
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UN CURSO DE MILAGROS
FOUNDATION FOR INNER PEACE

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