RALPH WALDO EMERSON
Hombres representativos
 Frag. Shakespeare o el poeta. Cap. V


     Los grandes hombres se distinguen más por su amplitud que por su originalidad. Si buscamos originalidad que consista en tejer, como una araña, la red con sus propias entrañas; en buscar arcilla, fabricar ladrillos y construir la casa, los grandes hombres no son originales. La originalidad estimable no consiste en ser diferente de los demás hombres. El héroe aparece entre la muchedumbre de los caballeros y en lo más denso de los acontecimientos; el ver lo que desean los hombres y compartiendo su deseo, les proporciona la longitud de vista y brazo necesaria para alcanzar la meta deseada. El genio más grande es el más endeudado. El poeta no es un hombre ligero de cascos que dice lo primero que se le ocurre y que como lo dice todo acaba por decir algo bueno, sino un corazón que  late al unísono con su época y su país. En su producción nada hay de caprichoso y fantástico, sino una seriedad dulce y triste, cargada con las convicciones más arraigadas y dirigida al objetivo más preciso que conozca hombre o clase alguna en su época.
    El Genio de nuestra vida deja de lado a los individuos y no quiere grandeza alguna individual, sino la general. No hay elección para el genio. Un gran hombre no se levanta un buen día, y dice: " Estoy lleno de vida; me haré a la mar y descubriré un continente antártico o resolveré la cuadratura del círculo o exploraré la botánica y encontraré un nuevo alimento para el hombre; o se me ocurre una nueva arquitectura; o preveo una nueva fuerza mecánica ". No; lo que le sucede es que se encuentra en medio de la corriente de los pensamientos y de los acontecimientos, empujado hacia adelante por las ideas y necesidades de sus contemporáneos. Se halla situado en el punto en que convergen todas las miradas de los hombres en busca de un camino, y las manos de aquellos señalan unánimemente la dirección que debe seguir. La iglesia lo ha educado entre ritos y pompas y él sigue la sugestión que le inspira su música y construye la catedral  que necesitan sus cantos y procesiones. . . Encuentra dos países que tratan a ciegas de transportar carbón, harina o pescado desde el lugar de producción al de consumo, y él idea un ferrocarril.  Todo maestro ha encontrado reunidos sus materiales y su poder estriba en su simpatía por el pueblo y en su amor a los materiales que forja. ¡ Qué economía de fuerza y qué compensación por la brevedad de la vida ! Todo lo encuentra hecho. El mundo le ha ahorrado gran parte del camino. La raza humana se le ha adelantado . . . Los hombres, las naciones, los poetas, los artesanos, las mujeres, todos han trabajado para él . . . Si eligiese otra cosa fuera de esa línea de tendencia, fuera del sentimiento nacional y de la historia, tendría que hacerlo todo por sí mismo, sus facultadaes se agotarían en los primeros preparativos.