PARAMAHANSA YOGANANDA
AUTOBIOGRAFÍA DE UN YOGUI
Self - Realization Fellowship
CAP. 30 - LA LEY DE LOS MILAGROS 

LA LEY DE LOS MILAGROS PUEDE SER PUESTA EN ACCIÓN POR TODO HOMBRE QUE HAYA COMPRENDIDO QUE LA ESENCIA DE LA CREACIÓN ES LUZ. 



El gran novelista León Tolstoi escribió una deliciosa historia, Los tres ermitaños; su amigo Nicolás Roerich la ha resumido como sigue:


En una isla vivían tres viejos ermitaños. Eran tan sencillos, que su única oración era: " Somos tres, Tú eres Tres; ten misericordia de nosotros ". Grandes milagros fueron manifestados gracias a esta sencilla oración .


El obispo  supo de los tres monjes y de su inadmisible oración, y decidió visitarlos para enseñarles las invocaciones canónicas. Llegó a la isla y dijo a los ermitaños que su petición celestial era inadecuada, enseñándoles muchas oraciones usuales. Después, el obispo partió en su barco. A poco, vio una luz radiante que venía tras la nave, y cuando aquélla se acercó más, se dio cuenta de que eran los tres ermitaños que, tomados de la mano, y caminando sobre las olas, hacían grandes esfuerzos para alcanzar el barco.

- Hemos olvidado las oraciones que nos enseñaste - gritaron al obispo cuando alcanzaron la embarcación -, y hemos venido a pedirte que nos las repitas.

El asombrado obispo les di jo con humildad:
- Continuad con vuestra antigua oración . . .

¿ Cómo fue que los tres santos caminaron sobre el agua ?
¿ Cómo  fue que Cristo resucitó su  cuerpo crucificado ?
¿ Cómo fue que Lahiri Mahasaya y Sri Yukteswar hicieron sus milagros ?

La ciencia moderna no tiene aún respuesta, a pesar de que con el advenimiento de la bomba atómica y las maravillas del radar, la perspectiva de la mente mundial ha sido prodigiosamente ensanchada. La palabra " imposible " se hace cada día menos prominente en el vocabulario científico.

Las antiguas escrituras védicas declaran que el mundo físico opera bajo la ley fundamental de maya, el principio de relatividad y dualidad. Dios, la Única Vida, es la Absoluta Unidad. Él no puede presentarse en la forma de las diversas y separadas manifestaciones de la creación sin cubrirse con un falso velo irreal. Ese ilusorio velo de dualidad es maya. Cada gran descubrimiento científico de los tiempos modernos ha servido de confirmación a esta sencilla aseveración de los rishis.

La Ley del Movimiento de Newton, es una ley de maya. " Para cada acción hay siempre una reacción igual y contraria; la mutua acción de dos cuerpos es siempre igual y opuestamente dirigida ". La acción y la reacción son entonces exactamente iguales. La  existencia de una sola fuerza es imposible. Debe haber siempre, como en efecto lo hay, un par de fuerzas iguales y opuestas.

Todas las acciones naturales fundamentales evidencian su origen máyico. Por ejemplo, la electricidad es un fenómeno de repulsión y atracción, el juego de electrones y protones de cargas opuestas. Otro ejemplo: el átomo o partícula final de la materia, es, como la tierra misma, un magneto con sus polos negativo y positivo. Todo el mundo fenoménico está bajo el dominio de la inexorable causa de la polaridad; ninguna ley física ni química o de cualquier otra ciencia se halla libre de principios inherentemente opuestos o contrarios.

La ciencia física no puede, pues, formular leyes que escapen del campo de maya, la cual consituye la verdadera trama y estructura de la creación. La  Naturaleza misma es maya; la ciencia material debe forzosamente operar con su ineludible trama. En su propio dominio, maya es eterna e inagotable; los científicos del futuro no podrán hacer más que probar un aspecto tras otro de su variada infinidad. Así, la ciencia permanece en perpetuo flujo, sin serle  posible alcanzar nada definitiva; ella es ciertamente apta para formular las leyes de un cosmos preexistente y  en funcionamiento, pero incapaz de descubrir al Único Hacedor y Operador de la ley. Las majestuosas manifestaciones de la gravedad y la electricidad son ya conocidas, pero qué son la gravedad y la electricidad, ningún mortal puede saberlo.
Dominar a maya fue la tarea asignada a la raza humana por los profetas milenarios. Elevarse sobra la dualidad de la creación y percibir la unidad del Creador: he aquí lo que se consideró la meta más elevada del hombre. . . Rasgar el velo de maya es penetrar en el secreto de la creación. El yogui que así desnuda el Universo es el único monoteísta verdadero. Todos los demás están adorando  imágenes paganas. Mientras el hombre permanezca  bajo el dominio de las ilusorias cualidades de la naturaleza, el doble rostro de maya, como el de Jano, será su dios, y no podrá conocer al único Dios verdadero. . .

Entre el trillón de misterios del cosmos, el más extraordinario es el de la luz. Ésta, a diferencia de las ondeas sonoras, no necesita para su transmisión de aire u otro medio material; las ondas de luz circulan libremente por el vacío del espacio interestelar.  .  .

En la gigantesca concepción de Einstein, la velocidad de la luz ( 300.000 km / segundo ) domina enteramente la Teoría de la Relatividad. Él demuestra matemáticamente  que la velocidad de la luz es, hasta donde lo permite la capacidad de la mente finita, la única constante en un universo en continuo flujo. Todos los patrones humanos de tiempo y espacio dependen de la velocidad de la luz: la única magnitud " absoluta ". El tiempo y el espacio son factores relativos y finitos, no  abstractos y eternos, como hasta ahora fueron considerados. Su valor como patrones de medida sólo deriva de su relación con la velocidad de la luz.  .  .  Con la reciente invención del microscopio electrónico, se obtuvo una prueba definitiva de que la luz constituye la esencia de los átomos, y de la ineludible dualidad de la naturaleza. 

. . .   De la ciencia, entonces, si así debe ser, debe dejarse al hombre aprender la verdad filosófica de que no hay universo materia; que su trama y urdimbre es maya, ilusión. El espejismo de su realidad se desvanece bajo el análisis. A medida que los aseguradores pilares que soportan la concepción de un cosmos físico se desvanecen, uno tras otro, bajo sus pies, el hombre oscuramente percibe la base idólatra de su confianza, y su transgresión al divino mandamiento:  " No tendrás  otros dioses delante de Mí ".  

En su famosa ecuación en que señala la equivalencia de la masa y la energía, Einstein probó que la energía en cualquier partícula de materia es igual a su masa o peso, multiplicado por el cuadrado de la velocidad de la luz. La  liberación de la energía atómica se ha conseguido por medio de la aniquilación de las partículas de materia. La  " muerte " de la materia ha sido el  " nacimiento " de la Era Atómica.

La velocidad de la luz es un " standard " matemático o constante, no porque sus 300.000 km por segundo constituyan un valor absoluto, sino porque ningún cuerpo material cuya masa aumenta con su velocidad, puede llegar a alcanzar la velocidad de la luz.  En otras palabras, sólo un cuerpo material m cuya masa fuese infinita, podría igualar la velocidad de la luz.

Esta concepción nos conduce a la ley de los milagros. Los maestros que pueden materializar o desmaterializar sus cuerpos o cualquier otro objeto, y moverse con la velocidad de la luz, y emplear los rayos de la luz creadora para volver instantáneamente visible cualquier manifestación física, han llenado las conndiciones necesarias: su masa es infinita.

La conciencia de un yogui perfecto permanece identificada sin esfuerzo alguno, no con un cuerpo limitado, sino con la estructura universal. La gravedad, ya sea como la "fuerza " de Newton o como la  " manifestación  de la inercia " de Einstein, no tiene poder para obligar a un maestro a exhibir la propiedad de  " peso ".  .  .  Aquel que se conoce a sí mismo como Espíritu omnipresente, ya no está sujeto a las rígidas leyes que limitan su cuerpo en el tiempo y en el espacio. Sus opresoras señales de  " no pasar ", ha cedido ante la autoridad de " Yo soy Él ".

" Hágase la Luz . . . y la luz fue hecha ". Al crear el universo,  la primera orden de Dios  hizo aparecer la esencia estructural: la luz. . . El yogui que a través de la meditación perfecta ha fundido su conciencia con el Creador, percibe la esencia cósmica como luz; para él no existe diferencia entre los rayos luminosos que componen el agua y los rayos que componen la tierra. Libre de la conciencia de la materia,  libre de las tres dimensiones del espacio y de la cuarta dimensión del tiempo, un maestro transporta su cuerpo luz con igual facilidad sobre o a través de los rayos de luz de la tierra, del agua, el fuego o el aire. 

LA LEY DE LOS MILAGROS PUEDE SER PUESTA EN ACCIÓN POR TODO HOMBRE QUE HAYA COMPRENDIDO QUE LA ESENCIA DE LA CREACIÓN ES LUZ. 

Haciendo uso de su divino conocimiento acerca los fenómenos luminosos, un maestro es capaz de proyectar en forma instantánea los omnipresentes átomos de luz, condensándolos en manifestaciones perceptibles. La forma concreta de la proyección - sea ésta un árbol, una yerba medicinal, un cuero humano -  está determinada por el deseo del yogui y por la fuerza de su voluntad y el poder de su  "visualización "
. . .

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