J. KRISHNAMURTI
SEXTA PLÁTICA EN MADRÁS


Hay un arte en el escuchar. Casi todos estamos habituados a traducir lo que se dice o a interpretarlo conforme a nuestro condicionamiento, a nuestro trasfondo, a nuestra tradición, etc. ¿ No es posible escuchar lo que se dice, igual que si estuviéramos escuchando música, una canción ? Cuando ustedes escuchan música,  ¿ la están interpretando ? Escuchan el silencio entre dos notas; están atentos y, no obstante, suficientemente relajados, suficientemente concentrados como para seguir el rápido movimiento de la música.


La verdadero comunión existe únicamente cuando hay amor; entonces hay comprensión, al mismo tiempo, en el mismo nivel, sin traducción ni interpretación. Es raro encontrar tal comprensión completa, ya que un amor así es igualmente raro. La comunicación se vuelve extremadamente difícil, porque nos encontramos en niveles diferentes y en tiempos diferentes. Aquí, lo que tratamos de hacer es no sólo escuchar correctamente, sino también ser creativos; escuchar no sólo las palabras, sino experimentar lo que se dice, como si uno lo estuviera siguiendo con la mente alerta y, no obstante, silenciosa. Pero nosotros no sabemos cómo escuchar, cómo  observar lo nuevo, y lo que oímos lo encajamos en las viejas formas. Ponemos  vino nuevo en botellas viejas, y las botellas viejas estallan. Al poner lo nuevo en viejas terminologías, se destruye  el sabor de lo nuevo.  Nosotros no abordamos las experiencias de un modo nuevo; llegamos a ellas con la carga del pasado, y eso sólo fortalece el pasado.


El amor es siempre nuevo, se renueva siempre a sí mismo. Para un hombre que comprende, hay renovación, novedad, porque no está atrapado en un patrón de pensamiento, en la interpretación. Sería sumamente valioso si pudiéramos escuchar con esa peculiar cualidad de atención creativa, agrontando lo nuevo sin la carga del pasado. Como dije, una verdad repetida deja de ser verdad; aun cuando la dirijan a lo largo de los familiares canales de pensamiento. Si escuchan con comprensión creativa - que no es interpretación -  entonces lo que comprenden es la verdad, y la verdad es lo que nos libera, lo que nos da felicidad.  Perderemos esa felicidad, ese júbilo creativo, si traducimos lo nuevo conforme a viejas fórmular. Puede haber felicidad sólo  cuando la mente es capaz de recibir lo nuevo; como la mente es el producto del pasado, es extremadamente difícil desembarazarse de lo viejo. Ustedes deben haber escuchado el canto de un pájaro en el temprano amanecer; es nuevo, incomparable, bello; la mente de uno está fresca, no perturbada por las actividades cotidianas; por eso es capaz de recibir lo nuevo, aunque el canto  sea tan viejo como las  montañas.


Por favor, escuchen lo que se está diciendo, escúchenlo como si lo estuvieran escuchando por primera vez, y percibirán que dentro de ustedes ocurre una cosa curiosa:  la felicidad no es algo viejo, sino que es una constante renovación de sí misma.


Como dije la semana anterior, cuando buscamos la felicidad mediante una cosa producida por la mano o por la mente, la cosa se vuelve más i mportante que la felicidad; la felicidad es, entonces, tan sólo satisfacción, la cual carece siempre de permanencia. Hay  felicidad cuando comprendemos el proceso que implica  " llegar a ser " felices, que es lo que cada uno de nosotros trata de hacer:   llegar a ser  feliz. Intentamos llegar a ser inteligentes, felices, virtuosos. Si podemos comprener el ser y el  " llegar a ser  ", que son dos estados diferentes, entonces tal vez percibiremos qué es la felicidad. El ser y el llegar a ser son dos estados por completo distintos. El llegar a ser, el devenir, es continuo, y lo que es continuo nos ata siempre. La relación ata si es meramente  continua; lo continuo es repetitivo, es mero hábito. Cuando la relación ha  dejado de ser continua, hay en ella una cualidad nueva. Si lo investigan, podrán ver que donde hay co ntinuidad, un devenir, donde el pensamiento se mueve  de una continuidad a otra, hay siempre esclavitud y dolor. Sin comprender la continuidad, no existe el ser. El ser pude ser comprendido únicamente cuando cesa el devenir.


La virtud trae consigo libertad.  ¿ No han observado ustedes a la persona no virtuosa ? Cuán necia es, cuán desdichada, cuáan atrapada está en su p ropia red. Es feliz y libre aquél que es virtuoso; no está deviniendo, llegando a ser, sino que es.  Sólo  en la virtud puede haber libertad;  la virtud genera orden, claridad, y nos libera de la lucha. Un hombre no virtuoso es desordenado, vive en medio del conflicto y la confusión. Lavirtud  no es un fin en sí misma, pero su rédito es la libertad, y es sólo en libertad que lo real que lo real puede manifestarse. Pero cuando usamos la virtud como un instrumento del devenir, entonces la  virtud se termina. Ser virtuoso y  volverse virtuoso son dos estados por completo diferentes. 




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