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Joana Choumali fotografa |
2. Esta semana empieza con ramos y termina con azucenas, el signo puro y santo de que el Hijo de Dios es inocente. No permitas que ningún signo lúgubre de crucifixión se interponga entre la jornada y su propósito, entre la aceptación de la verdad y su expresión. Esta semana celebramos la vida, no la muerte. Y honramos la perfecta pureza del Hijo de Dios, no sus pecados. Hazle a tu hermano la ofrenda de las azucenas, no la de una corona de espinas; el regalo del amor, no el "regalo" del miedo. Te encuentras a su lado, con espinas en una mano y azucenas en la otra, indeciso con respecto a cuál le vas a dar. Únete a mí ahora, deshazte de las espinas y, en su lugar, ofrécele las azucenas. Lo que quiero esta Pascua es el regalo de tu perdón, que tú me concedes y yo te devuelvo. No podemos unirnos en la crucifixión ni en la muerte. Ni tampoco puede consumarse la
resurrección hasta que tu perdón descanse sobre Cristo, junto con el mío.
3. Una semana es poco tiempo, sin embargo, la Semana Santa simboliza la jornada que el Hijo de dios emprendió. Él comenzó con el signo de la victoria, la promesa de la resurrección, la cual ya se le había concedido. No dejes que caiga en la tentación de la crucifixión ni que se demore allí. Ayúdale a seguir adelante en paz más allá de ella, con la luz de su propia inocencia alumbrando el camino hacia su redención y liberación. No le obstruyas el paso con clavos y espinas cuando su redención está tan cerca. Deja, en cambio, que la blancura de tu radiante ofrenda de azucenas lo acelere en su camino hacia la
resurrección.

UN CURSO DE MILAGROS
CAP. 20
La visión de la santidad
Fundación para la paz interior.
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