Maestría y esfuerzo
Sonia Delaunay  -textile designs-
Se puede hacer una útil distinción entre maestría y esfuerzo. La mente del ego con frecuencia nos señala que no hemos dominado el perdón. Pensamos que hemos perdonado a alguien, pero el agravio y el rencor siguen apareciendo. Quizá sea verdad, pero no es importante, ya que lo único que debemos hacer es perdonar en este instante.  Mirar atrás y juzgar nuestros esfuerzos por no juzgar, simplemente complican el error.
La próxima vez que te sientas confundido o derrotado, trata de tener un pensamiento que contenga algo de amor. Cualquier idea servirá. Por ejemplo, imagina un amable intercambio con un amigo. Evoca algún tierno recuerdo de tus hijos o de tus mascotas. O imagina que los bandos opuestos de un conflicto mundial actual deponen las armas y se reconcilian. Si estás dispuesto, haz el esfuerzo del siguiente modo: adopta una posición relajada, cierra los ojos y, en silencio y muy lentamente, repite el nombre de Dios. Al hacerlo, concentra tu mente en la Experiencia detrás de la palabra y permite que  tu mente se alimente de esa Experiencia. Si prefieres la quietud mental a las imágenes y palabras, deja que tu esfuerzo tome esa dirección. Todo sistema religioso, místico o terapéutico implica cierto tipo de concentración, de modo que no rechaces ningún aspecto del esfuerzo que pueda ser útil para ti con el pretexto errado de que permanecer mentalmente disperso es una forma de aceptación. Haz el esfuerzo del modo que desees durante el tiempo que deseas mientras no surja ninguna ansiedad. Luego revisa tu día sin juzgar los resultados. Cuando te sientas listo, trata  nuevamente. Cada intento que hagas imprimirá un cambio deseable a la dirección de tu mente. Y antes de lo que crees, habrás completado tu meta de encaminarla positivamente.
Hugh Prather.
Brillar o no Brillar 

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