Todo el mundo tiene derecho a los milagros, pero antes es
necesario una purificación.             
                                                                         T. 1. I. 7

Para comenzar, lo  primero que preciso establecer, basándome en las enseñanzas del Curso, es que todos somos los Hijos perfectos de un Creador que también es perfecto. El Creador es Amor, y nosotros somos Amor también. Nada pudo jamás alterar o modificar nuestra verdad. Esta no está en entredicho. Tampoco está sujeta a nada que no sea la Perfección Misma.
Nunca pudimos violar la naturaleza de nuestro Ser. Somos  y seguimos siendo tal como fuimos creados por el A mor. Y el hecho de que nos hayamos olvidado de esto no implica que ello haya cambiado. Cumplirás tu función porque esa es tu santa voluntad. Pero antes es necesario que el altar interior se limpie de todo lo que no merece estar allí, para que el Residuo Bendito pueda restaurarse al Reino que comparte con su Fuente. Con este espíritu damos comienzo...
Después de muchos años de recorrer el camino espiritual, de incursionar en muchas corrientes y de practicar docenas de técnicas, finalmente, llegué a entender que lo único que en realidad necesitamos aquí es una purificación, y que lo único que se puede purificar es la mente, como muy bien dice Un curso de milagros. Esto requiere, antes que nada, estar dispuestos a hacer un examen exhaustivo del contenido de nuestra mente, para así poder eliminar de ella todo aquello que le es ajeno, todo aquello que no procede de la Santa Fuente de la que la mente forma parte, ni de Aquello que es el Todo de todo.
Para facilitar la lectura de este libro, llamaré a esa Fuente Dios o Padre, siguiendo la línea de Un curso de milagros. Y al Espíritu Santo  lo identificaré así o solo Espíritu. Él es la Ayuda de la que se nos ha provisto para realizar dicha purificación. Para que esto tenga lugar, es necesario dar nuestro consentimiento al Espíritu. Dios no nos exige nada. A Él hay que ir de buena voluntad. Dios te amará igual que ama a los que eligen no ir a Él. Ni más  ni menos. Esa es Su Divina Justicia y Equidad. Tú podrás elegir seguir el Camino que se te señala y poner en práctica lo que se sugiere. Pero ello no te dará más de lo que  ya tienes ni más de lo que todos los demás ya tienen también.
En la actualidad, ya hay personas que están comenzando a darse cuenta que la percepción que tenemos del mundo es la manifestación de lo que está en nuestra mente. Es decir, que lo percibido tiene todo que ver con el perceptor. Esta premisa es uno de los fundamentos de la física cuántica. Pero también hay diversas disciplinas o corrientes espirituales que afirman lo mismo. El Curso es una de ellas. De hecho, asevera que la percepción es un deseo colmado, pues vemos lo que queremos ver. 
La purificación de la mente, en el sentido que lo da a entender el Curso, supone eliminar todo aquello que no forma parte de ella. Dado que el  "el error original" - como el Curso identifica a lo que aquí llamamos "pecado original" - tuvo lugar en la mente, es con nuestra mente con la que el Espíritu Santo  "trabaja". Y recalca que ahí es donde se cometió el error y allí es donde hay que corregirlo.
Dado que la naturaleza de la mente es que todo lo que entra en ella queda grabado para siempre fue necesario idear un plan que fuese tan extraordinario que, aunque no pudiese borrar las percepciones erradas de la mente, pudiera corregirlas y transformarlas en algo tan parecido al Cielo que de dejasen de ser fuentes de dolor y de culpa para los Hijos de Dios separados. Otra característica de la mente es su naturaleza abstracta, lo que indica que solo opera fuera de lo que aquí llamamos físico. De hecho, la mente no está en el cuerpo, pues no puede ser contenida.
Como resultado de la "caída" del Hijo, al creerse separado de Su Creador, Su mente se dividió en dos. Esta división es lo que la mente proyecta, y lo que el Curso denomina "la separación",  que otras corrientes llaman "la dualidad". Y así, percibimos un mundo de objetos y cuerpos separados que, entonces, corroboran, o constituyen la prueba irrefutable de la "realidad" de la separación.
La separación es la "pantalla" donde tiene lugar todo lo que percibimos: lo concreto, todos los acontecimientos que parece que están ocurriendo; las personas involucradas en ellos; las cosas, todo ello tiene lugar ahí y nos absorbe completamente acaparando toda nuestra atención. La experiencia visceral de la separación, en términos simples, se reduce a esto; yo y todo lo demás que veo en esa pantalla.
Como dije anteriormente, hay personas que ya han comenzado a poner en duda la "realidad de lo que perciben", y así intuyen que lo que ven no es la Realidad Absoluta y que, por lo tanto, no puede sino ser temporal. Y esto es un buen comienzo, pues ver la temporalidad de todo lo que percibimos nos permite poder actuar desde un paradigma de pensamiento distinto del que aprendimos,uno que, al sentirnos más acordes con él, elegimos adoptar.
La mente no puede operar sin un foco, sin una mira. Dado que nadie aquí puede ni siquiera imaginar o concebir lo que es la Realidad Absoluta, lo mejor que puede hacer un aprendiz  es elegir, como paradigma de vida, las ideas o conceptos que son más afines a su más elevado entendimiento y que le traen felicidad.
Dios es Pura Mente y crea "pensando". Todos aquí somos Pensamiento en la Mente de Dios. Y también somos entes pensantes. La parte de nuestra mente que el ego rige es tan solo un diminuto fragmento  de ella. Mas ese fragmento parece ser autónomo y cree ser lo que tú eres. Sin embargo, nuestra mente jamás pudo separarse de la Mente de la que forma parte. Ese fragmento que se pensó separado, quedó a su vez dividido en dos, lo que Un curso de milagros llama la mente recta y la mente errada, mas el fragmento sigue siendo parte de toda la mente.
Hay algo en nosotros que yo llamo "el decididor", que elige en cuál de estas dos mentes operar. Veo a ese decididor como la parte "operativa" de la pequeña chispa que se encuentra dentro de nosotros, la cual contiene, y es parte, de los Grandes Rayos de los que habla el Curso. Pero, como no podemos cambiar la naturaleza pensante de nuestra mente, pseudopensamos desde la mente errada, y pensamos desde la mente recta.
La mente errada produce "pensamientos" que no son de Dios, por lo tanto, no son pensamientos en absoluto, aunque nos parece que lo son; y así los aceptamos y les otorgamos "realidad", y después vemos sus efectos en el mundo que percibimos. Pero la verdad es que la mente errada no puede pensar en absoluto, y que cuando crees que está pensando, realmente está en blanco, como dice el Curso. Mas eso no  quiere decir que esos pseudo pensamientos no tengan efectos. Han surgido de la mente errada de Quien sigue siendo el Hijo de Dios, pro lo tanto,  producirán forma en algún nivel. Esa es otra razón para darnos cuenta de que somos responsables del mundo que percibimos y de todo lo que parece suceder en él.
La mente recta, por otra parte, piensa los pensamientos que están en armonía con los Pensamientos de Dios, que son los únicos que son reales. Esos pensamientos dan lugar a una percepción sana que, aunque no es la Realidad - pues sigue siendo una percepción -, es el trampolín hacia el conocimiento.
Y es, precisamente el hecho de que podemos pensar de lo que se vale el Espíritu Santo para guiarnos de vuelta al lugar del que nunca nos alejamos. Pues podemos pensar con Dios o de la manera en que Él piensa. Pero, antes de que esto pueda lograrse, es menester que hagamos una limpieza en nuestra mente: una purificación. Y esta es igualmente necesaria antes de que podamos obrar milagros, que son el máximo servicio que le podemos prestar a otro. Sanar nuestra mente es esencial si queremos servir de conducto al milagro.
Es importante señalar que todo aquello que todavía no has sanado en tu vida volverá a repetirse, porque aún está en tu mente. Hay que sanar el pasado en el presente, para así poder extender ese presente sano al futuro. De otra manera, seguiremos extendiendo el pasado no sanado al futuro y reviviremos las mismas historias hasta que un día, en un momento presente, las sanemos.
En el mundo perceptual en el que parece que "estamos", podemos elegir desde qué mente operar, percibir. Uno de los propósitos del Espíritu Santo es reunificar nuestra mente, pues mientras siga dividida no podrá conocer su verdadera Procedencia y el conflicto en que  se encuentra parecerá ser eterno. Cuando operamos desde la mente errada, percibimos y sostenemos el mundo del ataque, desamor y venganza. Y estamos completamente seguros de su realidad. Desde la mente recta percibimos hermanos y vemos que todo aquí es para nuestro  beneficio,  para nuestro bien. E incluso si vemos a algún hermano actuando desde la mentalidad errada, podemos mirar más allá de su error y ver el Ser que realmente él es y de esta manera sostenemos en nuestra mente su eterna inocencia, y no  damos testimonio de lo que no es verdad en él. El ojo físico no puede hacer esto, pero el Ojo Espiritual sí.

El Aprendiz Impecable
Nuestra Única Necesidad
Rosa María Wynn



0 comentarios :

Publicar un comentario