GERALD G. JAMPOLSKY
LECCIÓN 7
"La curación es el efecto de las mentes que se unen, y la enfermedad proviene de las mentes que se separan"
Imaginen cómo podría transformarse el mundo en un lugar de amor y paz si cada uno prefiriera la unión con los demás como el objetivo único de todas las comunicaciones.
El ego quiere que elijamos la separación como objetivo y querría obligarnos a que nos concentráramos en las diferencias que existen entre nosotros para fortalecer la falsa apariencia del alejamiento. El ego tiende a magnificar esta sensación haciéndonos creer que el mundo, sus habitantes y la Fuente de toda Vida no son de fiar. Ve todas las relaciones como peligrosas en potencia.
El ego cree que su misión es advertirnos que estaremos en guardia, ser hostiles, desconfiados, estar a la defensiva, ser provocativos y agresivos.
Sobre todo, el ego quiere que siempre estemos listos para protegerlo y demostrar que tiene razón. A menudo, de forma casi inconsciente, buscamos los objetivos del ego.
La unión con los demás significa reconocernos en las otras personas y experimentar la sensación de unidad con ellas y que nuestro amor por los demás es tan grande como el amor que sentimos por nosotros mismos. Unirse es encontrar que con otra persona compartimos la misma manera de ver el mundo o algo que hay en él. Significa estar en la búsqueda constante de lo que tenemos en común, en lugar de concentrarnos en nuestras diferencias. La unión es un sentimiento que está más allá de la descripción. Cuando lo experimentamos, este sentimiento nos acerca a la Fuente de toda Vida.
Por ejemplo, yo (Jerry ) tengo separados dos dientes. Cuando veo a otra persona con la misma característica le señalo nuestro parecido y sugiero que tal vez provenimos del mismo huevo.
Los chicos son maravillosos maestros del principio de la unión. En los viajes con los "Niños Maestros de la Paz" hemos notado la facilidad con que los chicos se relacionan con otros en países extranjeros. Enseguida descubren lo que tienen en común y tienden a ignorar las diferencias. Y juegan juntos aunque no entiendan los respectivos idiomas.
. . .
Para la unión no es necesario estar totalmente de acuerdo con todos
ni que los demás deban estar de acuerdo con nosotros. Sería muy
aburrido un mundo así. La unión significa la fusión de nuestros
corazones, la sensación de unidad que aparece cuando reconocemos
la realidad espiritual que compartimos todos.
En uno de nuestros talleres, una mujer, profesora asociada de educación en una gran universidad, nos contó una historia que tiene un lugar especial en nuestros corazones. Nos relató que durante dos años tuvo una relación no curada con un
colega de su departamento. Por más que lo intentaba, no podía llevarse bien con aquel hombre. El siempre se mostraba seco, dominante, negativo y desagradable con ella. La mujer trató de pasar por alto la conducta de él. Trató de ser "amable" pero nada parecía tener efecto. También se mostró desagradable y eso tampoco funcionó. Finalmente establecieron una especia de tregua fría: cada uno ignoraba al otro. Cuando se encontraban en los corredores, miraban para otro lado. La profesora nunca vivió antes una situación como aquella y llegó a la conclusión de que era antagonismo.
Pero un día decidió que debía haber una manera de ver aquella relación sin llevarla de ira y rencor. Había leído Love is Letting go of Fear ( El amor es abandonar el miedo ) y decidió curar algunas de sus propias actitudes: dejaría de acusarlo y de desear que cambiara.
Se propuso el objetivo de cambiar sus pensamientos sobre el compañero. Sabía que él no tendría que cambiar para que ella se sintiera en paz y con amor. Y pensó que, cualquiera fuera la conducta de él, ella le enviaría sólo amor. Decidió verlo no como alguien agresivo sino como alguien lleno de temor. Su único objetivo: unir su corazón con él y no sentirse afectada por ninguno de los disfraces que él usara.
No existieron intercambios verbales entre ellos, pero en sus meditaciones diarias ella decidió visualizar su corazón enviándoles "corazones de amor".
Entonces lo visualizó a él rodeado de luz blanca. Mientras lo hacía, se decía en silencio: "Te perdono. Me perdono. Te quiero.Me quiero. Te libero. Me libero". Y entonces visualizaba al colega haciéndose cada vez más pequeño hasta desaparecer en un punto de luz, un punto de amor. Aunque la conducta del colega no mostraba ningún cambio, ella experimentaba una paz que nunca había sentido antes y comenzó a darse cuenta de que su energía ya no tenía "filo " cuando se encontraba con él.
Aproximadamente un mes más tarde, contó que ella se vio sorprendida cuando él la detuvo en un corredor, sonriente y amistoso y le dijo cuanto le gustaba el preciosos suéter azul que ella usaba. Ante su gran asombro, la historia de frialdad y rigidez desapareció. Se desarrolló una relación totalmente distinta y comenzaron a colaborar en el trabajo con armonía, sobre proyectos para el departamento de la universidad.
Mis pensamientos cambiaron mi realidad.
Para ella ese cambio en la relación fue un milagro. Le resultaba difícil comprender cómo habían cambiado los sentimientos de los dos. Ella dijo que lo único que hizo fue cambiar el objetivo de separación por el de unión y dejar de interpretar la conducta de él. Reconoció que sus propias ideas sobre el otro eran la causa de su aflicción y no la otra personal. Y cuando cambió sus propios pensamientos, la relación pasó a ser de unión.
Hoy, en todas mi comunicaciones tendré presente la unión.
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